El protagonista viaja millones de años al futuro. Allí el mundo se ha vuelto frío y oscuro. Mientras cae una nieve sombría, él ve los últimos remanentes de la vida esperando la extinción. Totalmente asqueado del ocaso de la vida en nuestro planeta, el científico regresa a su tiempo original para informar de su angustia.
La visión bíblica del futuro es muy diferente. Nos dice que Dios es el Señor a lo largo del tiempo mismo: «Para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día»
(2 Pedro 3. Podemos ser optimistas en cuanto al futuro porque Dios sustituirá nuestro mundo por uno nuevo. En esos nuevos cielos y nueva tierra experimentaremos la bendita comunión con nuestro Creador por toda la eternidad (Apocalipsis 21:1-4). Aun ahora, Jesús está preparando un lugar para aquellos que Le aman (Juan 14:1-3), un lugar donde «ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor» (Apocalipsis 21
. -HDF
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